1 de marzo de 2010
Lágrimas saladas por mis mejillas
Teniendo que sobrevivir en esta tierra sin dueños. Teniendo que poder salir adelante con lo poco (poquisimo) que tenemos. Teniendo que aferrarnos a un mundo sin límites. Teniendo que soportar los sermones de una mina totalmente ignorante, ésa es la palabra. Y vos que te quejás de que te falta otro par de zapatilla para poder completar todos los colores habidos y por haber de los pares que ya tenés. Vos que te quejás de que no llegas para comprarte el 0 km. Vos que decís ¡Uh la puta madre me falta un peso para el atado de cigarros!. Vos que vas por la vida despreciando a los tuyos. Vos que te quejás (y sos jovén) porque no tenés novia/o. A vos que solo te importa lo tuyo, y si estás bien vos, que los otros se maten, sufran, lloren, desesperen. Vení, te invito (si querés salir de tu típica vida, de tus quejas, simples quejás... cuando no te falta nada y querés todo. Cuando tenés todo y pedís más, por embelequero, porque lo tiene el otro y si lo tiene el otro ¿Cómo no lo vas a tener vos? Por favor) a otro mundo, el mundo que no conocen, el mundo que llora, sufre y vos quejandote porque te falta el otro color de zapatillas para completar la colección. Cuando sientas el dolor que se siente no tener ni para vivir, vas a preguntarte si era importante comprarte las zapatillas, si era importante el 0 km. Cuando tengas la oportunidad de salir al mundo externo y veas con tus propios ojos la falta de lo indispensable para vivir, ahí te va a saltar la ficha. Mientras vos odias a tu mamá, a tu hermano, a tu tía... otros les gustaría poder tener una caricia, una mamá, un hermano. Hay que disfrutar lo que uno tiene. Hay que saber que con mucho no se vive bien, que la felicidad no depende de la grandeza. Que con lo indispensable y lo que hace bien al corazón, se puede ser feliz. Porque cuando te morís no me vas a poder decir que no tuviste oportunidades de cambiar las cosas. De cambiar las miradas por otro rumbo. No vas a poder arrepentirte, ya va a ser tarde. Mirás la tevé y sentís ese dolor que entra por tus venas. Ésa impotencia que te carcome. La gente destrozada, la gente sin salida, sin rumbos marcados. Una vida de supervivencia, porque ni siquiera es vida lo que tienen. ¿Y vos te quejás? Dale, un poco de conciencia en tu cabeza.
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