Aquél día hermoso que te observaba al lado mío cruzando por la peatonal en pleno village de Recoleta, me detuvé en tus ojos negros delineados con un delineador líquido color legro que te enmarcaba el arco superciliar y veía tu pupila tan lejana color verde pasto.
Con nuestras andanzas en aquél parque, con pasos en zig zag. La gente a nuestro alrededor... algunos Musulmanes otros Yankees. Estabamos rodeadas de un montón de gente "rara" y para el resto o mejor dicho para estas mismas personas nosotras también eramos "raritas". Es algo de un ida y vuelta. Vos sos extranjero, yo Argentina. Vos sos heterosexual, yo bisexual. Es lo mismo habitante. Es eso mismo que te dije: Un ida y vuelta.
Mientras yo miraba ese entorno que nos envolvía, me detenía también en esa mirada defectuosa que por minutos nos echaban, pero sin embargo... mis ojos no entristecian, ni me angustiaba, ni me daba bronca. ¡ AL CONTRARIO ! brillaban de orgullo, de amor hacia ella. La agarré de la mano, caminé a la par de ella y miraba su carita triste y le dije: "Mi amor esta gente, esta gente extranjera no entiende nada y además les falta algo que se llama orgullo, es algo que nunca van a tener. Princesa, mirame, nos amamos y eso no lo va a cambiar ni el yankee ni el musulmán". Me miro y me dijo: "Sí, te amo. Pero a veces me dan ganas de que el mundo en algún momento de nuestras vida, cambie un poco"
24 de febrero de 2010
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